RECUERDA cómo
hacer esta sencilla preparación:
1. Canta
algunas estrofas (las que quieras) del “Ave María de Fátima”. Puede ayudarte el
archivo de audio. Si no lo tienes, pídeselo al Administrador.
2. Escucha o
lee la reflexión del día. Te enviamos el mismo contenido en texto y en audio.
Si puedes, conversa sobre lo que oíste.
3. Reza la
Coronilla del Amor a la Sagrada Familia.
Eso es todo…
Pero también te mandamos de vez en cuando material extra para que lo aproveches
cuando quieras.
***
Hoy
meditaremos sobre la segunda aparición del Ángel de la Paz.
Nos
cuenta Lucía: Ocurrió a mediados del verano, cuando llevábamos los rebaños a
casa hacia mediodía para regresar por la tarde. Estábamos a la sombra de los
árboles que rodeaban el pozo de la quinta Arneiro. De pronto vimos al mismo
Ángel junto a nosotros. Él nos dijo:
"¿Qué estáis haciendo? ¡Rezad! ¡Rezad mucho! Los Corazones de Jesús y de María tienen sobre vosotros designios de misericordia... Ofreced constantemente oraciones y sacrificios al Altísimo!"
Yo pregunté: ¿Cómo hemos de sacrificarnos?
Y el ángel respondió: "De todo lo que pudierais, ofreced un sacrificio como acto de reparación por los pecados con los cuales Dios es ofendido, y de súplica por la conversión de los pecadores. Atraed así sobre vuestra patria la paz.
Yo soy el Ángel de su guardia, el Ángel de Portugal. Sobre todo, aceptad y soportad con sumisión el sufrimiento que el Señor os envíe".
"¿Qué estáis haciendo? ¡Rezad! ¡Rezad mucho! Los Corazones de Jesús y de María tienen sobre vosotros designios de misericordia... Ofreced constantemente oraciones y sacrificios al Altísimo!"
Yo pregunté: ¿Cómo hemos de sacrificarnos?
Y el ángel respondió: "De todo lo que pudierais, ofreced un sacrificio como acto de reparación por los pecados con los cuales Dios es ofendido, y de súplica por la conversión de los pecadores. Atraed así sobre vuestra patria la paz.
Yo soy el Ángel de su guardia, el Ángel de Portugal. Sobre todo, aceptad y soportad con sumisión el sufrimiento que el Señor os envíe".
Estas palabras hicieron una profunda impresión en nuestros espíritus como una luz que nos hacía comprender quién es Dios, cómo nos ama y desea ser amado, el valor del sacrificio, cuánto le agrada y cómo concede, en atención a esto, la gracia de conversión a los pecadores.
Por esta razón, desde ese momento, comenzamos a ofrecer al Señor cuanto nos mortificaba, repitiendo siempre la oración que el Ángel nos había enseñado:
-"Dios
mío, yo creo, adoro, espero y te amo. Te pido perdón por los que no creen, no
adoran, no esperan y no te aman".
Medita
en que tú también tienes un ángel que Dios, con amor de Padre, ha enviado para
que te acompañe y te defienda siempre… ¿Lo recuerdas siempre? ¿Lo invocas? ¿Qué
oración sabes…?
Di
siempre: “Ángel de mi guarda, dulce compañía, no me desampares, ni de noche ni
de día, no me dejes solo, que sin ti me perdería, hasta que descanse, en los
brazos, de Jesús, José y María…” +
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