jueves, 25 de abril de 2019

DÍA 22 de la Preparación para consagrarse a la Virgen


Querida familia, queridos chicos:
Después de haber cantado algunas estrofas de “El Ave María de Fátima”, escuchamos o leemos la reflexión del día 22.
Hoy meditaremos sobre los misterios de luz de la vida de Jesús y María.
Jesús vivió treinta años desconocido para la mayoría de las personas, la mayor parte del tiempo en Nazaret, el pueblo de José y María. Por eso es llamado “el Nazareno”.
No sabemos a qué edad de Jesús murió san José, quien lo había cuidado con tanto amor, y que le enseño el oficio de carpintero. Jesús siguió acompañando a su Madre hasta cumplir treinta años aproximadamente, según nos dice san Lucas (3, 23).
A partir de allí, luego de ser bautizado por san Juan Bautista y de vencer las tentaciones del demonio en el desierto, comenzó a predicar, eligiendo a sus primeros discípulos. Fueron tres años durante los cuales recorrió muchas poblaciones, enseñando y haciendo milagros. A veces la gente lo recibía con entusiasmo, pero a veces también lo rechazaba o se alejaban de Él.
Su madre siempre lo acompañó desde el silencio con su oración. En muy pocas ocasiones Ella aparecía, y siempre lo hacía con discreción.
Cuando Jesús comenzó a predicar, fue invitado a una fiesta de casamiento en un pueblito llamado Caná, en Galilea, la zona en que vivía. Allí hizo su primer milagro, cuando se quedaron sin vino, y María, viendo esa necesidad, se lo hizo notar a su Hijo. Al inicio, este pareció no estar dispuesto a intervenir, pero en realidad quería mostrar la fuerza que tiene la confianza en Él para lograr lo que le pedimos, y cómo Él concede todo si se lo pide su Madre. Fue suficiente que Ella indicase a los servidores: “Haced lo que Él os diga”, y Jesús mandó que llenasen de agua seis vasijas de 100 litros cada una. Allí convirtió esa agua en vino, y se despertó la fe de sus primeros discípulos, que comprendieron que Jesús no era un maestro como los demás.
Debemos también prestar atención a que las acciones de Jesús son también una enseñanza, porque tienen un significado. El agua convertida en vino muestra el poder de Jesús que en la Santa Misa convierte el vino en su propia Sangre.
 Pidamos a María que aprendamos a observar, reflexionar y guardar en nuestro corazón los misterios de la vida de Jesús, como Ella lo hacía..
Para finalizar, después de haber reflexionado, rezaremos la Coronilla del Amor a la Sagrada Familia.

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