lunes, 8 de abril de 2019

Día 2 de la Preparación para consagrarse a la Virgen.



RECUERDA cómo hacer esta sencilla preparación:
  1. Canta algunas estrofas (las que quieras) del “Ave María de Fátima”. Puede ayudarte el archivo de audio. Si no lo tienes, pídeselo al Administrador.
  2. Escucha o lee la reflexión del día. Te enviamos el mismo contenido en texto y en audio. Si puedes, conversa sobre lo que oíste.
  3. Reza la Coronilla del Amor a la Sagrada Familia.

Eso es todo… Pero también te mandamos de vez en cuando material extra para que lo aproveches cuando quieras.

***
Hoy meditaremos sobre la primera aparición del Ángel de la Paz: fue en la primavera de 1916, en una cueva llamada en portugués "Loza de Cabezo". En español significa algo así como “Loza (o piedra) de la Colina”.
Nos cuenta Lucía: “Habíamos subido con el ganado al cerro arriba en busca de abrigo. Después de haber tomado nuestro bocadillo y dicho nuestras oraciones, vimos a cierta distancia, sobre lo alto de los árboles, dirigiéndose hacia el saliente, una luz mas blanca que la nieve. Se distinguía la forma de un joven trasparente y más brillante que el cristal traspasado por los rayos del sol. Al acercarse más pudimos ver más claro y distinguir los rasgos. Estábamos sorprendidos y asombrados:

Al llegar junto a nosotros dijo: "No temáis. Soy el Ángel de la Paz. ¡Orad conmigo!"

Y arrodillado en tierra inclinó la frente hasta el suelo. Nosotros lo imitamos, llevados por un movimiento sobrenatural, y repetimos las palabras que oímos decir:

-"Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo. Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman".

Después de repetir esto tres veces se levantó y dijo: -"Orad así. Los Corazones de Jesús y María están atentos a la voz de vuestras suplicas"

Y desapareció....

Tan intima e intensa era la conciencia de la presencia de Dios, que ni siquiera intentamos hablar el uno con el otro. Permanecimos en la posición en que el Ángel nos había dejado y repitiendo siempre la misma oración.

No decíamos nada de esta aparición, ni recomendamos tampoco el uno al otro guardar el secreto. La misma aparición parecía imponernos silencio.

¿Qué nos enseña este relato?
Que Dios quiere que recemos con amor y atención, y así nos preparemos para escuchar su voz y recibir sus dones.

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