jueves, 25 de abril de 2019

DÍA 21 de la Preparación para consagrarse a la Virgen


Querida familia, queridos chicos:
Después de haber cantado algunas estrofas de “El Ave María de Fátima”, escuchamos o leemos la reflexión del día 21.
Cuando la Virgen se apareció a los tres pastorcitos, el rosario tenía tres partes o coronas. Se llama “corona” cada conjunto de misterios que nos recuerdan algunos momentos de la vida de Jesús.
Todo el rosario es como una gran corona de rosas; de allí su nombre de “rosario”, y cada conjunto de misterios es como un ramillete.
Hemos dicho que el Rosario es como un pequeño evangelio, un resumen de la vida de Jesús. El Papa san Juan Pablo II pensó que sería bueno “completar” ese resumen con una nueva corona: los misterios de luz. Así, tenemos ahora el rosario completo, con sus misterios de gozo, de luz, de dolor y de gloria, los treinta y tres años desde que el Hijo de Dios se hizo hombre como nosotros, siendo bebé, naciendo pobre, creciendo en una familia pobre y trabajadora, predicando durante tres años, y finalmente muriendo y resucitando.
San Lucas nos cuenta un episodio de la infancia de Jesús: sus padres iban cada año a Jerusalén a adorar a Dios en el Templo. Cuando el niño cumplió 12 año, lo llevaron también. Y en esa ocasión, Jesús, entusiasmado con las cosas de Dios su Padre, se quedó en la ciudad sin que se dieran cuenta sus padres, que regresaban a Nazaret. Cuando finalmente ellos lo advirtieron, lo buscaron con mucha aflicción y lo encontraron al tercer día en medio de los sabios judíos que se dedicaban al estudio de la Ley de Dios. Su madre le dijo: “«Hijo mío, ¿por qué nos has hecho esto? Piensa que tu padre y yo te buscábamos angustiados». Jesús les respondió: «¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que yo debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?». Ellos no entendieron lo que les decía. El regresó con sus padres a Nazaret y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba estas cosas en su corazón. Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia, delante de Dios y de los hombres.
 Observemos cómo Jesús nos da ejemplo de amor y dedicación a las cosas de Dios su padre del cielo y de amor y obediencia a sus padres en la tierra.
Para finalizar, después de haber reflexionado, rezaremos la Coronilla del Amor a la Sagrada Familia.

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