martes, 7 de mayo de 2019

AUDIO del día 33 de la Preparación para consagrarse a la Virgen

DÍA 33 de la Preparación para consagrarse a la Virgen


Querida familia, queridos chicos:
Después de haber cantado algunas estrofas de “El Ave María de Fátima”, escuchamos o leemos la reflexión del día 33.
En este último día de nuestra preparación, meditaremos sobre la partida al cielo de Jacinta, la más pequeña, que fue un 20 de febrero de 1920.
Como su hermano Francisco, ella sufrió una larga y dolorosa enfermedad, que ella ofrecía por los pecadores, como se lo había pedido Nuestra Señora.
Ya en la primera aparición del 13 de mayo, la Virgen les había dicho:
-Tendréis mucho que sufrir, pero la gracia de Dios será vuestra fortaleza.
Cuando estaba enferma, María Santísima la visitó varias veces. Jacinta decía:
– Nuestra Señora me ha dicho que voy a ir a Lisboa, a otro hospital, que no volveré a verte, ni a mis padres; que después de sufrir mucho, moriré sola; pero que no tenga miedo: Ella me irá a buscar para llevarme al Cielo.
Y abrazándome, decía llorando:
– Nunca más volveré a verte; tú no irás a visitarme allí. ¡Oye! reza mucho por mí, que moriré solita.
– No pienses en eso – le dije.
– Déjame pensar, porque cuanto más pienso, sufro más. Y yo quiero sufrir por amor a Nuestro Señor y por los pecadores. Y, además, no me importa; Nuestra Señora me irá a buscar allí para llevarme al Cielo.
A veces, besaba un crucifijo y lo abrazaba..
Una vez le pregunté:
– ¿Qué vas a hacer en el Cielo?
– Voy a amar mucho a Jesús, al Inmaculado Corazón de María; pediré mucho por ti, por los pecadores, por el Santo Padre, por mis padres y hermanos, y por todas esas personas que me han dicho que pida por ellas.
Llegó por fin el día de salir para Lisboa; la despedida partía el corazón.
Permaneció mucho tiempo abrazada a mi cuello, y decía llorando:
– Nunca más volveremos a vernos. Reza mucho por mí hasta que yo vaya al Cielo; después, cuando yo esté allí, pediré mucho por ti.
De Lisboa me mandó todavía decir que Nuestra Señora ya la había ido a ver; que le había dicho la hora y el día en que moriría, y me recomendaba que fuese muy buena.
Queridos niños, querida familia: demos gracias a Dios y a Nuestra Señora porque nos han ayudado a llegar al final de este camino de preparación. Y pidámosles que, desde el día de nuestra Consagración, seamos cada día más buenos, según el deseo de Jesús y de su Madre y el ejemplo de los santos.
Para terminar, rezaremos la novena y las letanías en honor de los santos Jacinta y Francisco Marto. Si lo deseamos, podemos rezar también la Coronilla del Amor de la Sagrada Familia.

AUDIO del día 32 de la Preparación para consagrarse a la Virgen

DÍA 32 de la Preparación para consagrarse a la Virgen


Querida familia, queridos chicos:
Después de haber cantado algunas estrofas de “El Ave María de Fátima”, escuchamos o leemos la reflexión del día 32.
Hoy recordaremos la partida al cielo de Francisco, el primero a quien vino a llevar Nuestra Señora.
Estuvo un tiempo enfermo y debió guardar cama. Lucía recuerda que le pregunto uno de los últimos días:
– ¿Pediste al Señor escondido para que el señor cura me dé la Sagrada Comunión?
– Lo pedí, respondió ella.
Y él le dijo: Después en el Cielo pediré por ti.
Cuando volví al anochecer ya estaba radiante de alegría. Se había confesado y el Cura había prometido llevarle al día siguiente la Sagrada Comunión. Después de comulgar al día siguiente, decía a su hermanita:
– Hoy soy más feliz que tú, porque tengo dentro de mi pecho a Jesús escondido. Yo me voy al cielo; pero desde allí voy a pedir mucho al Señor y a la Virgen para que pronto os lleve también allí.
Ese día, casi todo lo pasé con Jacinta junto a su cama. Como ya no podía rezar, nos pedía que rezásemos nosotros el Rosario por él.
Cuando era de noche, me despedí de él:
– Francisco, adiós. Si fueras esta misma noche al Cielo, no te olvides de mí. ¿Has escuchado?
Él me dijo: No me olvido, no. Quédate tranquila.
Y agarrándome la mano derecha, la apretó con mucha fuerza durante un buen rato, mirándome con lágrimas en los ojos…
– ¿Deseas alguna cosa más? –le pregunté con lágrimas que también me corrían por las mejillas.
– No –me respondió con voz apagada.
Como la escena estaba poniéndose demasiado conmovedora, mi tía me pidió que saliese del dormitorio.
– Entonces, adiós, Francisco, hasta el Cielo, le dije.
– Adiós, hasta el Cielo, respondió él.
Y el Cielo se aproximaba. Allá voló al día siguiente, a los brazos de la Madre Celestial.
Lucía amaba mucho a sus primitos, Francisco y Jacinta. Por eso, aunque sabía que iban al cielo, siguió sintiendo por mucho tiempo una gran pena por su muerte.
Ella dice Es una espina triste que atraviesa mi corazón a lo largo de los años.
Ofrezcamos a Jesús nuestro dolor sabiendo que después de los sufrimientos de este mundo nos reencontraremos en su Presencia, si cumplimos sus deseos y el pedido del Corazón Inmaculado de Nuestra Señora..
Para terminar, rezaremos la novena y las letanías en honor de los santos Jacinta y Francisco Marto. Si lo deseamos, podemos rezar también la Coronilla del Amor de la Sagrada Familia.

AUDIO del día 31 de la Preparación para consagrarse a la Virgen

DÍA 31 de la Preparación para consagrarse a la Virgen


Querida familia, queridos chicos:
Después de haber cantado algunas estrofas de “El Ave María de Fátima”, escuchamos o leemos la reflexión del día 31.
Estamos llegando al final de nuestro camino de preparación para consagrarnos, para entregarle nuestro corazón y toda nuestra vida a Jesús, por medio de nuestra Señora.
Jesús y María nos aman mucho, y nosotros debemos también amarlos mucho a ellos, y querer que otros los conozcan y amen. Esta es la gran misión que la Virgen le dio a nuestros tres amiguitos, los pastorcitos de Fátima.
Después de las apariciones del año 1917, Francisco y Jacinta tuvieron otras visiones, antes de que Nuestra Señora los llevase al cielo, y también Lucía, en su larga vida. Por ejemplo, estando ya en el convento, el 10 de diciembre del año 1925, se le apareció la Santísima Virgen y al lado, suspenso en una nube luminosa, un Niño. La Santísima Virgen, poniéndole una mano en el hombro, le mostró al mismo tiempo un Corazón que tenía en la otra mano, cercado de espinas.
Al mismo tiempo, dijo el Niño:
– Ten compasión del Corazón de tu Santísima Madre que está cubierto de espinas que los hombres ingratos continuamente le clavan, sin haber quien haga un acto de reparación para arrancárselas.
Y le pide la práctica de los cinco primeros sábados. En febrero del año siguiente, vuelve a aparecérsele el Niño Jesús, esta vez solo, y le pregunta:
– ¿Has propagado por el mundo aquello que la Madre del Cielo te pedía?
Y diciendo esto, se transforma en un Niño resplandeciente. Conociendo entonces que era Jesús, Lucía le cuenta las dificultades que encuentra.
Jesús le dice:
– Es cierto, hija mía, que muchas almas comienzan los cinco primeros sábados, pero pocas los acaban; y las que los terminan, es con el fin de recibir las gracias que a eso están prometidas; pero me agradan más las que los hagan con fervor y con el fin de desagraviar el Corazón de tu Madre del Cielo, que aquellas que hagan los todos los misterios del rosario con tibieza e indiferencia.
Pidamos a Jesús que nuestro amor a Él y a su Madre sea siempre fuerte, y todo lo que hagamos, sea rezar, aceptar un sufrimiento o realizar una buena acción, lo hagamos con generosidad y alegría..
Para terminar, rezaremos la novena y las letanías en honor de los santos Jacinta y Francisco Marto. Si lo deseamos, podemos rezar también la Coronilla del Amor de la Sagrada Familia.

AUDIO del día 30 de la Preparación para consagrarse a la Virgen

DÍA 30 de la Preparación para consagrarse a la Virgen


Querida familia, queridos chicos:
Después de haber cantado algunas estrofas de “El Ave María de Fátima”, escuchamos o leemos la reflexión del día 30.
Cuando conocemos las apariciones de Nuestra Señora a Lucía, Jacinta y Francisco, vemos cómo ellos compartieron la misma experiencia de amor de Dios, pero cada uno de una manera distinta.
A Francisco una de las cosas que más le impresionó fue la tristeza de Dios y de la Virgen. Así lo cuenta Lucía en sus Memorias…
Lo que más le impresionó y absorbió era Dios, la Santísima Trinidad, en esa luz inmensa que nos penetraba hasta en lo más íntimo del alma. Después él decía:
Estábamos ardiendo en aquella luz y no nos quemábamos. ¿Cómo es Dios? ¡No se puede decir! Esto sí que nadie lo puede decir. Da pena que esté tan triste. ¡si yo le pudiese consolar!
Francisco era de pocas palabras; y para hacer su oración y ofrecer sus sacrificios, le gustaba ocultarse hasta de Jacinta y de mí. No pocas veces le sorprendíamos detrás de una pared o de un matorral, donde, de una manera disimulada, se había escapado de los juegos para de rodillas, rezar o pensar, como él decía, en Nuestro Señor, que estaba triste por causa de tantos pecados.
Un día le pregunté:
– Francisco, a ti, ¿qué te gusta más: consolar a Nuestro Señor, o convertir a los pecadores para que no vayan más almas al infierno?
– Me gusta mucho más consolar a Nuestro Señor. ¿No te fijaste como Nuestra Señora, en el último mes, se puso tan triste cuando dijo que no se ofendiese más a Dios Nuestro Señor, que ya está muy ofendido? Yo deseo consolar a Nuestro Señor, y después convertir a los pecadores para que nunca más lo vuelvan a ofender.
Cuando íbamos a la escuela, a veces, me decía:
– Ahora, tú vas a la escuela. Yo me quedo aquí en la iglesia, junto a Jesús escondido. Yo no necesito aprender a leer, pues dentro de muy poco me iré al Cielo. Cuando regreséis, pasad por aquí a llamarme.
Y allí le encontraba cuando regresaba.
Admirando el gran amor de Francisco a nuestro Señor, pidamos que también nosotros tengamos el deseo de estar con él e ir al cielo.
Para terminar, rezaremos la novena y las letanías en honor de los santos Jacinta y Francisco Marto. Si lo deseamos, podemos rezar también la Coronilla del Amor de la Sagrada Familia.

lunes, 6 de mayo de 2019

AUDIO del día 29 de la Preparación para consagrarse a la Virgen

DÍA 29 de la Preparación para consagrarse a la Virgen


Querida familia, queridos chicos:
Después de haber cantado algunas estrofas de “El Ave María de Fátima”, escuchamos o leemos la reflexión del día 29.
Hoy meditaremos sobre el gran amor que tuvo la pequeña Jacinta a los pecadores y los sacrificios que estaba dispuesta a hacer por su conversión. Dejemos que la misma Lucía nos lo cuente…
¿Cómo es que Jacinta, siendo tan pequeñita, se dejó llenar y llegó a comprender tan gran espíritu de mortificación y penitencia?
Me parece a mí que fue debido: primero, a una gracia especialísima que Dios le concedió, por medio del Inmaculado Corazón de María. Segundo, viendo el infierno y las desgracias de las almas que allí padecen.
Algunas personas, incluso piadosas, no quieren hablar a los niños pequeños sobre el infierno, para no asustarlos. Sin embargo, Dios no dudó en mostrarlo a tres y una de ellas contando apenas seis años; y Él bien sabía que había de horrorizarse hasta el punto de, casi me atrevería a decir, morirse de susto.
Con frecuencia se sentaba en el suelo o en alguna piedra y, pensativa, comenzaba a decir:
¡El infierno! ¡El infierno! ¡qué pena tengo de las almas que van al infierno!
Y, asustada, se ponía de rodillas, y con las manos juntas, rezaba las oraciones que Nuestra Señora nos había enseñado:
¡Oh Jesús mío, perdónamos, líbranos del fuego del infierno, lleva al Cielo a todas las almas, especialmente a aquellas que más lo necesitan!
Y permanecía así, durante largo tiempo, de rodillas, repitiendo la misma oración. De vez en cuando me llamaba a mí o a su hermano (como si despertara de un sueño):
Francisco, Francisco, ¿vosotros rezáis conmigo? Es preciso rezar mucho, para librar a las almas del infierno. ¡Van para allá tántas! ¡tántas!
Otras veces preguntaba:
¿Por qué Nuestra Señora no muestra el infierno a los pecadores? ¡Si ellos lo vieran, no pecarían para no ir allá! Has de decir a aquella Señora que muestre el infierno a toda aquella gente... ¡Verás cómo se convierten!
Pensemos que Jesús, nuestro Buen Pastor, nos ama mucho; y porque nos ama, ha querido también advertirnos de la existencia del infierno, no para que vivamos con miedo, sino para que busquemos su perdón, la protección de su Madre y de nuestro ángel de la guarda y recemos por los pecadores.
Para terminar, rezamos la novena y las letanías en honor de los santos Jacinta y Francisco Marto. Si lo deseamos, podemos añadir también la Coronilla del Amor de la Sagrada Familia.

domingo, 5 de mayo de 2019

AUDIO del día 28 de la Preparación para consagrarse a la Virgen

DÍA 28 de la Preparación para consagrarse a la Virgen



Querida familia, queridos chicos:
Después de haber cantado algunas estrofas de “El Ave María de Fátima”, escuchamos o leemos la reflexión del día 28.
Los tres pastorcitos amaban mucho a Dios y a Nuestra Señora, y también amaban a su familia. Por eso, sufrían mucho por los problemas que nunca faltan en el hogar.
Cuando nuestros niños recibieron las visitas del cielo, ocurría la primera guerra mundial, y todas las familias debieron enviar hijos, hermanos y esposos al combate.
Nos cuenta Lucía: “Jacinta tenía para el baile una inclinación especial y mucho arte. Me acuerdo que un día lloraba por uno de sus hermanos que estaba en la guerra y creía muerto. Para distraerla empecé a bailar con dos de sus hermanos; y la pobre criatura comenzó a bailar y al mismo tiempo a limpiarse las lágrimas que le corrían por la cara.
La familia de Lucía, por su parte, tuvo que sufrir pérdidas y ausencias. Así lo cuenta: “Mi madre, al ver que escaseaban los medios de subsistencia, decidió que mis dos hermanas, Gloria y Carolina, fuesen a trabajar de sirvientas. Quedó entonces en casa mi hermano, para cuidar los campos que nos quedaban; mi madre que cuidaba de las cosas de casa y yo que pastoreaba nuestro rebaño. Mi pobre madre vivía sumergida en una profunda amargura y, cuando por la noche nos juntábamos los tres en el hogar, esperando a mi padre para cenar, mi madre, al ver los lugares de sus otras hijas vacíos, decía con una profunda tristeza:
– ¡Dios mío! – ¿Adónde fue la alegría de esta casa?
E inclinando la cabeza sobre una pequeña mesa que tenía a su lado, lloraba amargamente. Mi hermano y yo llorábamos con ella. Era una de las escenas más tristes que he presenciado. Y yo sentía el corazón desgarrado de tristeza por mis hermanas y por la amargura de mi madre.
A pesar de ser niña, comprendía perfectamente la situación en que nos encontrábamos. Recordaba, entonces, las palabras del Ángel: «Sobre todo, aceptad, sumisos, los sacrificios que el Señor os envía». Me retiraba, entonces, a un lugar solitario para no aumentar con mi sufrimiento el de mi madre. Allí, de rodillas, postrada sobre las losas, dejaba caer mis lágrimas y ofrecía a Dios mis sufrimientos.
Pidamos al Señor tener fortaleza para sufrir con amor.
Para terminar, rezamos la novena y las letanías en honor de los santos Jacinta y Francisco Marto. Si lo deseamos, podemos añadir también la Coronilla del Amor de la Sagrada Familia.

sábado, 4 de mayo de 2019

AUDIO del día 27 de la Preparación para consagrarse a la Virgen

DÍA 27 de la Preparación para consagrarse a la Virgen


Querida familia, queridos chicos:
Después de haber cantado algunas estrofas de “El Ave María de Fátima”, escuchamos o leemos la reflexión del día 27.
Hay un hecho muy curioso en la experiencia espiritual de nuestros tres amiguitos, Jacinta, Francisco y Lucía, en las apariciones de Fátima.
Lucía, la mayor, era la que hablaba con el ángel y con Nuestra Señora; Jacinta veía y oía, pero no hablaba; y Francisco, solamente veía.
No debemos apresurarnos a interpretar lo que Dios tenía preparado a cada uno de ellos. Dios nos ama a cada uno con un amor único e irrepetible, y para cada uno tiene un modo distinto de comunicarse, aunque vivamos unidos en el amor.
Hablando del temperamento de Francisco, nos dice Lucía en sus “Memorias”: “Francisco no parecía hermano de Jacinta, sino en la fisonomía del rostro y en la práctica de la virtud. No era tan caprichoso y vivo como ella. Al contrario, era de un natural pacífico y condescendiente. Cuando, en nuestros juegos, alguno se empeñaba en negarle sus derechos de ganador.
En la Aparición del Ángel, se postró al igual que su hermana y yo, llevado por una fuerza sobrenatural que a eso nos movía; pero, sin embargo, la oración la aprendió de tanto repetirla nosotras, pues decía que no había oído nada al Ángel.
Más delante, cuando se les apareció Nuestra Señora, él, feliz, manifestando lo alegre que se sentía por la promesa de ir al Cielo, cruzando las manos sobre el pecho, decía:
– Querida Señora mía, rezaré todos los rosarios que Tú quieras.
Y desde entonces tomó la costumbre de separarse de nosotras como paseando; y, si alguna vez le llamaba y le preguntaba sobre lo que estaba haciendo, levantaba el brazo y me mostraba el rosario.
Si le decía que viniese a jugar, que después rezaríamos todos juntos, respondía:
– Después rezo también. ¿No recuerdas que Nuestra Señora dijo que tenía que rezar muchos rosarios?
Cierto día, me dijo:
– Gocé mucho al ver el Ángel, pero más aún me gustó Nuestra Señora. Con lo que más gocé, fue ver a Nuestro Señor, en aquella luz que Nuestra Señora nos introdujo en el pecho. ¡Gozo  tanto de Dios! ¡Pero Él está tan disgustado a causa de tantos pecados! Nunca debemos cometer ninguno.
Propongámonos aprovechar todas las ocasiones que tengamos para cumplir lo que Dios quiere de nosotros.
Para terminar, rezamos la novena y las letanías en honor de los santos Jacinta y Francisco Marto. Si lo deseamos, podemos añadir también la Coronilla del Amor de la Sagrada Familia.

viernes, 3 de mayo de 2019

AUDIO del día 26 de la Preparación para consagrarse a la Virgen

DÍA 26 de la Preparación para consagrarse a la Virgen


Querida familia, queridos chicos:
Después de haber cantado algunas estrofas de “El Ave María de Fátima”, escuchamos o leemos la reflexión del día 26.
El Apóstol san Pablo dice que Dios elige lo que el mundo desprecia, lo que no vale a los ojos de los que se creen sabios, poderosos e importantes (ver 1ª Corintios 1, 27).
Los tres pastorcitos, elegidos por Nuestra Señora para dar su mensaje al mundo, eran niños sencillos, nacidos en familias pobres, creyentes y trabajadoras. Lucía era la menor de siete hermanos. En el momento de las apariciones del ángel,ella tenía nueve años. Jacinta y Francisco, sus primos, eran también los menores de siete hermanos. En 1916 Jacinta tenía seis años, y Francisco ocho.
Nos cuenta Lucía en sus “Memorias”: “antes de los hechos de 1917, exceptuando los lazos de familia que nos unían, ningún otro afecto particular me hacía preferir la compañía de Jacinta y Francisco a la de cualquier otra; por el contrario, su compañía se me hacía a veces, bastante antipática, por su carácter demasiado susceptible. La menor contrariedad, que siempre hay entre niños cuando juegan, era suficiente para que se quedase mucha y enfadada. Para hacerle volver a ocupar su puesto en el juego, no bastaban las más dulces caricias que en tales ocasiones los niños saben hacer. Era preciso dejarle elegir el juego y la pareja con la que quería jugar…
Sin embargo, ya tenía muy buen corazón y el buen Dios le había dotado de un carácter dulce y tierno, que la hacía, al mismo tiempo, amable y atractiva.
Jacinta era muy sensible y amena; le encantaba bailar, y era también muy tierna con los animales. Le agradaba mucho tomar los corderitos blancos, sentarse con ellos en brazos, abrazarlos, besarlos y, por la noche, traérselos a casa a cuestas, para que no se cansasen.
Un día, al volver a casa, se puso en medio del rebaño.
– Jacinta ¿para qué vas ahí en medio de las ovejas? – pregunté.
– Para hacer como Nuestro Señor, que, en aquella estampa que me dieron, también estaba así, en medio de muchas y con una en los hombros.
Aprendamos de estos niños a corregir nuestros defectos y a cultivar nuestras buenas disposiciones. Dicen algunos predicadores que nuestra alma es como un jardín, y tenemos la responsabilidad de sacar las plantas malas, que son los defectos, y cuidar las buenas, que son las virtudes.
Para terminar, rezamos la novena y las letanías en honor de los santos Jacinta y Francisco Marto. Si lo deseamos, podemos añadir también la Coronilla del Amor de la Sagrada Familia.

jueves, 2 de mayo de 2019

AUDIO del día 25 de la Preparación para consagrarse a la Virgen

DÍA 25 de la Preparación para consagrarse a la Virgen


Querida familia, queridos chicos:
Después de haber cantado algunas estrofas de “El Ave María de Fátima”, escuchamos o leemos la reflexión del día 25.
 Hoy comenzamos la última etapa de nuestra preparación para consagrarnos a la Virgen María. Durante nueve días, recordaremos la experiencia espiritual de los tres pastorcitos, Lucía, Francisco y Jacinta, pidiendo la gracia de imitarlos.
Ante todo, observemos Dios quiso preparar a estos niños para su encuentro con Nuestra Señora por medio del Ángel de la Paz, casi un año antes. Fue en la primavera europea de 1916.
Algo curioso que notaron los niños es que las apariciones del ángel los dejaba como sin fuerzas, aunque con una gran paz.
Relata Lucía: Cuando hablábamos del Ángel, no sé lo que sentíamos. Jacinta decía:
– No sé lo que siento. Yo no puedo hablar, ni cantar, ni jugar, ni tengo fuerza para nada.
– Yo tampoco –respondió Francisco– pero… ¿qué importa? El Ángel es más bello que todo esto. Pensemos en él.
No sé por qué las apariciones de Nuestra Señora producían en nosotros efectos muy diferentes. La misma alegría interior, la misma paz y felicidad, pero en vez de este abatimiento físico, una cierta agilidad expansiva; en vez de este anonadamiento en la Divina Presencia, un desborde de alegría; en vez de esa dificultad en hablar, un cierto entusiasmo comunicativo.
Si bien Dios tenía planes grandes y misteriosos sobre los tres niños, como se lo dijo el mismo ángel de la paz, ya antes de las apariciones ellos vivían en un clima de fe, esa fe que habían aprendido en su familia. Para ellos, hablar de Dios, de la Virgen, de los ángeles era cosa de todos los días, incluso en sus juegos: ellos decían que la luna era la lámpara de la Virgen, y el sol la de Jesús; las estrellas las encendían los ángeles. Cuando la luna no aparecía, decían que la lámpara de la Virgen se había quedado sin aceite.
Ellos tenían también sus defectos, pero Dios, que ama a todos, dice en el Evangelio que el Reino de los Cielos es de los niños. Por eso debemos conservar un corazón limpio.

Pidamos a Dios nuestro Padre que siempre pensemos en las cosas de la fe, que son importantes porque son verdaderas.
A partir de hoy, rezaremos la novena y las letanías en honor de los santos Jacinta y Francisco Marto. Si lo deseamos, podemos rezar también la Coronilla del Amor de la Sagrada Familia.

jueves, 25 de abril de 2019

AUDIO del día 24 de la preparación para consagrarse a la Virgen

DÍA 24 de la Preparación para consagrarse a la Virgen


Querida familia, queridos chicos:
Después de haber cantado algunas estrofas de “El Ave María de Fátima”, escuchamos o leemos la reflexión del día 24.
Para terminar esta tercera etapa en nuestro camino de preparación para consagrarnos a la Virgen, hoy meditaremos sobre los misterios de gloria de la vida de Jesús y María.
Es la cuarta corona del santo rosario.
La gloria es la alegría, el triunfo, la paz de la vida nueva de Jesús resucitado: Él estuvo verdaderamente muerto, pero al tercer día resucitó, y su cuerpo está totalmente cambiado, aunque es el mismo. Nosotros no podemos ni imaginarlo, porque es algo totalmente distinto a lo que vivimos nosotros: quien resucita ya no sigue creciendo, no envejece, no se enferma, no tiene dolores, no volverá a morir… Jesús nos ha prometido que eso sucederá a cada uno de nosotros cuando Él vuelva.
Cuando rezamos la oración llamada el “Credo”, por ejemplo en la Misa, decimos: “y de nuevo vendrá con Gloria”. Podemos decir que Jesús mismo es la Gloria, porque Él es la Vida, la Luz, la Resurrección. Así lo dijo a santa Marta cuando iba a resucitar a su hermano Lázaro: “Yo soy la Resurrección y la Vida” (san Juan 11, 25).
Cuando rezamos el rosario, los dos últimos misterios se refieren directamente a la Virgen: contemplamos cómo Ella es llevada al Cielo en cuerpo y alma, y cómo Dios le da una corona de Reina. Jesucristo es Rey de todo el Universo, como lo recuerda la Iglesia cada año antes de comenzar su preparación a la Navidad. Y junto a Él, Nuestra Señora reina sobre toda las creaturas de Dios.
Estos son los dos únicos misterios del rosario que no están relatados directamente en la Biblia, pero que la Iglesia reconoce y enseña meditando en cómo Dios quiso premiarla por su fidelidad..
Por eso, el último libro de la Biblia, el Apocalipsis, nos muestra a María como una mujer revestida con la luz del sol, coronada de doce estrellas y con la luna bajo sus pies. Así la vio también santa Catalina Labouré, y es la imagen que conocemos como “la Medalla Milagrosa”. Así esperamos ver también en el cielo a nuestra Madre.
Pidamos a María que tener un gran amor a su Hijo, para no ofenderlo y no apartarnos de Él por el pecado, y una gran confianza en su amor al rezar
Para finalizar, después de haber reflexionado, rezaremos la Coronilla del Amor a la Sagrada Familia.

AUDIO del día 23 de la preparación para consagrarse a la Virgen

DÍA 23 de la Preparación para consagrarse a la Virgen


Querida familia, queridos chicos:
Después de haber cantado algunas estrofas de “El Ave María de Fátima”, escuchamos o leemos la reflexión del día 23.
Hoy meditaremos sobre los misterios de dolor de la vida de Jesús y María.
Podemos decir que toda la vida de Jesús, con san José y la Virgen, es como un tapiz, en el que se van entrelazando los hilos de diferentes colores para formar una imagen. Podemos comprender esta comparación si miramos un tejido artesanal, o quizá nosotros mismos hemos hecho una tarea así.
En la vida de la Sagrada Familia hay momentos de alegría y momentos de pena, como en nuestras propias familias. El amor de los cristianos lo tenido siempre en cuenta, y lo ha meditado con prácticas de oración muy antiguas, como los gozos y dolores de san José y los de la Virgen. Todo va llevando a la luz de la Resurrección, en donde ya todo es alegría…
Nuestra Señora acompañó siempre a su Hijo desde el silencio con su oración. Y cuando llegó el momento del máximo sufrimiento de Jesús, allí estuvo Ella, junto a la Cruz. Las mujeres lo acompañaban llorando. Los discípulos habían escapado con miedo, aunque uno de ellos, Juan, el discípulo amado, se arrepintió pronto y estuvo también junto a la Cruz. En ese momento, Jesús hizo algo muy importante: nos dejó como Madre a su propia Madre. Mirándola con amor, le dijo: “¡Mujer, ahí tienes a tu hijo!”; y a Juan le dijo: “¡Ahí tienes a tu Madre!”.
En ese apóstol estábamos representados todos los cristianos, los que somos hijos de Dios por el bautismo. Por eso decimos que la Virgen es “nuestra mamá del cielo”, la que tiene por cada uno de nosotros un amor más grande y más intenso que el de todas las madres juntas.
Un gran santo, que desde pequeño amaba mucho a Nuestra Señora, san Juan María Vianney, más conocido como el Santo Cura de Ars, llega a decir que el amor de todas las mamás juntas comparado con el de la Virgen es como un pedazo de hielo.
Pero, además, es un amor no sólo tierno sino poderoso: Ella consigue de la bondad de Dios todo lo que necesitamos y le pedimos por medio de Ella, si es verdaderamente para nuestro bien.
 Pidamos a María que tener un gran amor a su Hijo, para no ofenderlo y no apartarnos de Él por el pecado, y una gran confianza en su amor al rezar
Para finalizar, después de haber reflexionado, rezaremos la Coronilla del Amor a la Sagrada Familia.