martes, 7 de mayo de 2019

DÍA 32 de la Preparación para consagrarse a la Virgen


Querida familia, queridos chicos:
Después de haber cantado algunas estrofas de “El Ave María de Fátima”, escuchamos o leemos la reflexión del día 32.
Hoy recordaremos la partida al cielo de Francisco, el primero a quien vino a llevar Nuestra Señora.
Estuvo un tiempo enfermo y debió guardar cama. Lucía recuerda que le pregunto uno de los últimos días:
– ¿Pediste al Señor escondido para que el señor cura me dé la Sagrada Comunión?
– Lo pedí, respondió ella.
Y él le dijo: Después en el Cielo pediré por ti.
Cuando volví al anochecer ya estaba radiante de alegría. Se había confesado y el Cura había prometido llevarle al día siguiente la Sagrada Comunión. Después de comulgar al día siguiente, decía a su hermanita:
– Hoy soy más feliz que tú, porque tengo dentro de mi pecho a Jesús escondido. Yo me voy al cielo; pero desde allí voy a pedir mucho al Señor y a la Virgen para que pronto os lleve también allí.
Ese día, casi todo lo pasé con Jacinta junto a su cama. Como ya no podía rezar, nos pedía que rezásemos nosotros el Rosario por él.
Cuando era de noche, me despedí de él:
– Francisco, adiós. Si fueras esta misma noche al Cielo, no te olvides de mí. ¿Has escuchado?
Él me dijo: No me olvido, no. Quédate tranquila.
Y agarrándome la mano derecha, la apretó con mucha fuerza durante un buen rato, mirándome con lágrimas en los ojos…
– ¿Deseas alguna cosa más? –le pregunté con lágrimas que también me corrían por las mejillas.
– No –me respondió con voz apagada.
Como la escena estaba poniéndose demasiado conmovedora, mi tía me pidió que saliese del dormitorio.
– Entonces, adiós, Francisco, hasta el Cielo, le dije.
– Adiós, hasta el Cielo, respondió él.
Y el Cielo se aproximaba. Allá voló al día siguiente, a los brazos de la Madre Celestial.
Lucía amaba mucho a sus primitos, Francisco y Jacinta. Por eso, aunque sabía que iban al cielo, siguió sintiendo por mucho tiempo una gran pena por su muerte.
Ella dice Es una espina triste que atraviesa mi corazón a lo largo de los años.
Ofrezcamos a Jesús nuestro dolor sabiendo que después de los sufrimientos de este mundo nos reencontraremos en su Presencia, si cumplimos sus deseos y el pedido del Corazón Inmaculado de Nuestra Señora..
Para terminar, rezaremos la novena y las letanías en honor de los santos Jacinta y Francisco Marto. Si lo deseamos, podemos rezar también la Coronilla del Amor de la Sagrada Familia.

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